El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con imponer aranceles de hasta un 300 % a las importaciones de semiconductores, con excepciones para las empresas que se comprometan a construir fábricas o centros de investigación en territorio estadounidense.
Aunque Trump presenta esta medida como una estrategia para impulsar la inversión interna, los expertos advierten que podría alterar las cadenas de suministro globales e incluso perjudicar a compañías que ya producen chips en Estados Unidos.
Detalles del plan de Trump
Desde su anuncio inicial el 7 de agosto en la Casa Blanca, se han revelado pocos detalles. En esa ocasión, Trump habló de un arancel del 100 % y señaló que habría exenciones para las empresas que invirtieran realmente en instalaciones en EE. UU., aunque advirtió que los aranceles podrían aplicarse retroactivamente si no cumplían con sus compromisos.
“El que diga que construirá y no lo haga… volveremos más tarde, sumaremos todo y le cobraremos”, declaró Trump a los periodistas.
El 11 de agosto, a bordo del Air Force One, sugirió que los aranceles podrían llegar al 200–300 % y prometió dar más información pronto.
Por qué imponer aranceles a los chips?
Trump busca repatriar la producción de semiconductores y reducir la dependencia de proveedores extranjeros.
Según G. Dan Hutcheson, vicepresidente de la canadiense TechInsights, el objetivo es compensar la desventaja de costos en EE. UU., mientras se otorgan excepciones a las empresas que respalden esta estrategia.
Los aranceles también cumplen un propósito geopolítico más amplio: disminuir la dependencia estadounidense de los chips importados y fortalecer la posición de Washington en su rivalidad tecnológica con China. A principios de 2024, la administración Trump inició investigaciones en virtud de las secciones 301 y 232 sobre las prácticas comerciales de China en semiconductores y los riesgos de seguridad nacional de esa dependencia.
Quiénes podrían verse afectados?
Los gigantes tecnológicos extranjeros que ya invierten en EE. UU., como TSMC y Samsung, probablemente queden exentos.
El impacto en otros fabricantes internacionales, especialmente en China, es menos claro debido a las barreras regulatorias de ambos lados.
Según Yongwook Ryu, de la Lee Kuan Yew School of Public Policy, los aranceles específicos por sectores como los semiconductores buscan reforzar el liderazgo tecnológico estadounidense y contener a China, más allá de las preocupaciones comerciales generales.
La magnitud de las importaciones de chips en EE. UU.
En 2024, Estados Unidos importó alrededor de 40 000 millones de dólares en chips, principalmente de Taiwán, Malasia, Israel, Corea del Sur, Irlanda, Vietnam, Costa Rica, México y China, según el American Enterprise Institute.
Pero esta cifra no refleja toda la realidad: los chips suelen cruzar fronteras varias veces para ensamblaje o empaquetado.
Chris Miller, autor de Chip War, estima que otros 50 000 millones de dólares en chips ingresaron a EE. UU. integrados en productos como teléfonos inteligentes, automóviles y electrodomésticos. Muchos de ellos fueron fabricados originalmente en EE. UU., enviados al extranjero para pruebas y montaje, y luego reimportados.
Por qué preocupa a la industria global
El plan de Trump ha añadido incertidumbre a un sector ya afectado por tensiones comerciales.
Nick Marro, de Economist Intelligence Unit, señaló que la aplicación de la medida sigue poco clara, incluida la posibilidad de que afecte tanto a chips fabricados en EE. UU. como a los integrados en productos terminados.
Si se aplican también a productos que contienen chips, los aranceles podrían impactar en la electrónica, los electrodomésticos, la industria automotriz y las autopartes.
Miller advirtió que, aunque las empresas puedan absorber inicialmente los costos, a largo plazo los consumidores —tanto en EE. UU. como en el resto del mundo— serán quienes terminen pagando la factura.