La magnitud y la velocidad de la transformación de China hacia los vehículos eléctricos (VE) han sorprendido a la industria automotriz mundial, dejando a sus rivales luchando por alcanzar el ritmo. Los analistas advierten que este impulso no muestra señales de desaceleración, con los fabricantes chinos redefiniendo cada vez más la competencia mucho más allá de su mercado interno.
De desvalorizado a líder del mercado
En 2011, Elon Musk, director ejecutivo de Tesla, desestimó a BYD durante una entrevista con Bloomberg, cuestionando tanto el diseño como la tecnología de la compañía. Catorce años después, BYD ha superado a Tesla para convertirse en el mayor fabricante mundial de vehículos eléctricos por ingresos, destacando lo drásticamente que ha cambiado la industria.
BYD no está sola. Startups como Nio y Li Auto, junto con actores consolidados como Geely y SAIC Motor, han crecido rápidamente dentro del ecosistema de vehículos eléctricos en China. El gigante de las baterías CATL también ha desempeñado un papel crucial, consolidando el dominio chino a lo largo de la cadena de suministro de VE.
Auge de las exportaciones y competencia global
Con un mercado interno saturado, China se ha volcado hacia el exterior. En 2023, el país superó a Japón para convertirse en el mayor exportador mundial de vehículos, vendiendo 31,4 millones de unidades a nivel doméstico y enviando millones más al extranjero. Los vehículos eléctricos representaron aproximadamente el 41% de la producción total.
Las subvenciones estatales, los incentivos fiscales, las ventajas en los costos laborales, un yuan más débil y una sólida cadena de suministro de baterías han impulsado esta expansión. Para 2030, los analistas esperan que China fabrique 36 millones de vehículos anualmente, con hasta 9 millones de unidades exportadas—un fuerte aumento frente al millón de 2020.
«Solo BYD estaba creciendo alrededor de un millón de unidades por año durante tres años seguidos», señaló Henner Lehne de S&P Global Mobility. «La competencia ya no se queda únicamente en China».
Reacciones regulatorias en Occidente
El rápido ascenso no ha pasado desapercibido en los mercados occidentales. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han impuesto aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China, alegando prácticas anticompetitivas y riesgos para las industrias locales.
A pesar de estas medidas, los fabricantes chinos siguen expandiéndose. En el Reino Unido, las marcas de propiedad china representaron alrededor del 10% de las ventas de coches nuevos en junio de 2025. En Noruega, uno de los mercados europeos más favorables a los VE, los fabricantes chinos han captado una cuota similar en apenas unos pocos años.
Presión sobre los fabricantes globales
Michael Dunne, director ejecutivo de Dunne Insights, sostiene que la hegemonía automotriz de China podría reflejar su historial en paneles solares, construcción naval, drones y acero. Predice que para 2030, cuatro de cada diez coches fabricados en el mundo procederán de China.
Países con industrias automotrices más pequeñas, como Tailandia, Sudáfrica y España, ya sienten la presión de las importaciones chinas de bajo costo. Los analistas también esperan una próxima depuración dentro de China, a medida que la intensa competencia exprima a las startups más débiles que luchan por ser rentables.
La respuesta estratégica de Europa
Sigrid de Vries, directora general de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), reconoce a China como un «competidor feroz», pero insiste en que el sector automotriz europeo tiene la capacidad de contraatacar. La ACEA, que representa a grandes marcas como Volkswagen, BMW, Renault, Stellantis y Volvo, ha instado a la UE a crear un entorno regulatorio más favorable para los actores locales.
«Debemos darnos cuenta de que parte de esa igualdad de condiciones, hablando desde la perspectiva de la UE, podría lograrse en sus propios términos», dijo de Vries. «Es el marco regulatorio—que eleva los costos y sofoca la innovación—lo que debe cambiar si Europa quiere seguir siendo competitiva».