Los ataques recientes de Trump al presidente de la Reserva Federal revelan una estrategia política más profunda contra la independencia del banco central.
La campaña coordinada de Donald Trump contra el presidente de la Reserva Federal de EE. UU., Jerome Powell, ha trascendido los desacuerdos habituales. Se trata ahora de una ofensiva política multifacética que busca alinear la política monetaria con los objetivos económicos del expresidente, poniendo en peligro la autonomía de una de las instituciones financieras más influyentes del mundo.
Una ofensiva política organizada
Las críticas de Trump a Powell ya son habituales, pero en las últimas semanas han adquirido una dimensión más institucional y estratégica. Aunque los mercados financieros han aprendido a ignorar las declaraciones incendiarias del expresidente, los movimientos recientes de su equipo revelan una campaña bien pensada que involucra mecanismos legales, administrativos y mediáticos.
Esta semana, Russell Vought, exdirector de la Oficina de Gestión y Presupuesto y aliado cercano de Trump, publicó una carta abierta dirigida a Powell. En ella, acusa al presidente de la Fed de una posible violación de la ley federal en relación con la renovación de la sede del banco central. Este movimiento no solo busca cuestionar la legalidad de las acciones de Powell, sino también aumentar la presión pública sobre su liderazgo.
Más allá de los tipos de interés: la independencia está en juego
Trump lleva tiempo exigiendo recortes en las tasas de interés, pero las acciones actuales de su entorno van más allá. Según fuentes cercanas a su campaña, Trump no pretende destituir a Powell —al menos por ahora—, sino enviar una advertencia: si regresa a la Casa Blanca, la independencia de la Fed será reconsiderada.
El propio Trump ha manifestado su frustración ante la resistencia de Powell:
«Le digo de todo para que haga algo. A veces soy amable, otras veces desagradable. Nada funciona», admitió. Una declaración que pone de relieve su deseo de romper la barrera entre el poder político y la política monetaria independiente.
La carta de Vought: ¿presión legal o táctica política?
En su carta, Vought alude a la reciente comparecencia de Powell ante el Congreso y sugiere que podría haber una infracción de la Ley de Planificación del Capitolio Nacional de 1952, que exige la aprobación de ciertos proyectos federales por parte de una comisión de planificación.
Cuando se le preguntó si Trump aún apoyaba la independencia de la Fed, Vought respondió: «Es irrelevante». Esta declaración resume la postura de la campaña de Trump: la voluntad política prima sobre la autonomía institucional.
El objetivo no es solamente influir en la dirección de la política monetaria, sino cuestionar la legitimidad de Powell como líder autónomo del banco central.
Consecuencias económicas: alerta en los mercados e incertidumbre creciente
A corto plazo, la posibilidad de que la Fed ceda a la presión política podría generar expectativas de recortes en las tasas de interés, impulsando brevemente a los mercados. Sin embargo, este repunte estaría basado en una fragilidad estructural: el debilitamiento de la credibilidad institucional.
A largo plazo, la politización de la Fed podría erosionar la confianza en el dólar, aumentar la presión inflacionaria y elevar los rendimientos de los bonos. Los inversores podrían exigir una prima de riesgo más alta ante la creciente inestabilidad política. La independencia, piedra angular del prestigio de la Fed, estaría en grave peligro.
Una confrontación institucional: el poder ejecutivo contra los contrapesos
Este enfrentamiento no se limita a un conflicto personal entre Trump y Powell. Representa un capítulo más de la estrategia de Trump para ampliar el poder del ejecutivo a costa de las instituciones independientes. Si regresa al poder, podría rediseñar la arquitectura de gobernanza monetaria, con o sin Powell.
Esta postura forma parte de un patrón que ya ha afectado a otras instituciones como el Departamento de Justicia o el Pentágono. Ahora, le ha tocado el turno a la Reserva Federal.
Conclusión: una señal de alarma para la gobernabilidad democrática
Este debate trasciende el ámbito económico: pone en tela de juicio el rol esencial de la Fed como garante neutral de la estabilidad financiera. La pregunta es si esta institución podrá seguir actuando de manera independiente o si quedará subordinada al poder presidencial. Para inversores, economistas y ciudadanos, este momento representa una prueba crucial para el equilibrio democrático de Estados Unidos.